(…) Es evidente que combatir la corrupción es un derecho y un deber de todos y solo puede lograrse mediante esfuerzos conjuntos y colaborativos que requieren la participación de todas y cada una de las personas e instituciones para superar sus impactos negativos. Los actores del sector público y privado, la sociedad civil, la academia y la juventud tienen un papel que desempeñar para unir al mundo contra la corrupción.
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